viernes, 3 de abril de 2020

Dai,mi Pequeño Angelito y su primera misión



El despertador sonó como todos los sábados a las seis de la mañana, pero a Doña María ya la había despertado el ruido de la lluvia en el techo de chapa. Sin perder tiempo salió de la cama y se preparó para ir al mercado para comprar todo lo que necesitaba para preparar el almuerzo para unas treinta personas.

Doña María ha estado a cargo del comedor comunitario de la Iglesia ya hace quince años, pero entradita en edad necesita ayuda, ¡y es tan difícil conseguir ayuda en estos días! Lo que no sabía doña María es que Dios ya había escuchado sus oraciones y tenía un plan.

En el cielo hay miles de ángeles que ayudan a Dios, hay guías, mensajeros, guardianes, acompañantes y cuando no están ocupados en la tierra, se dedican a cantar, rezar, alabar, a Dios y muchas otras cosas celestiales. 

Para ayudar a Doña María Dios eligió a Daiana, ella es pequeñita en estatura, por eso muchos la llaman peque, pero grande en amor, sonrisa y entusiasmo. Vive con otros angelitos en una nube de colores rodeada de jardines donde hay conejitos, ardillitas, pajaritos volando de árbol en árbol llenando el lugar con su música, en fin ¡Un paraíso!

De día, Daiana es muy activa, con la ayuda de otros angelitos pinta las flores recién nacidas en el Jardín de hermosos y brillantes colores, y también le gusta mucho pintar arcoíris. Cuando no está pintando está bailando, jugando con los animalitos, o simplemente haciendo reír al resto de los Angelitos con sus ocurrencias. Todas las mañanas, se para de puntitas en la orilla de una nube y le tira besitos al sol el cual a su vez le contesta iluminándola con sus rayos.

De noche se acuesta bocarriba en una nube bien acolchonada a contemplar las estrellas y si alguna no brilla mucho va volando de nube en nube hasta que se le acerca y con su pincel le pone brillitos y antes de irse a dormir, después de decir sus oraciones ¡o si! por que los angelitos también rezan y lo hacen de una manera muy particular primero agradecen a Papa Dios por haberlos creado y por todo lo que tienen y disfrutan, luego cada uno toma de una bolsita que tienen atada a los cordoncitos de su alba, un puñadito de semillitas muy especiales que solo se dan en el cielo y cuando caen en tierra fértil dan frutos de amor, fe, esperanza, alegría, bondad, y muchas cosas buenas más, y tiran ese puñadito hacia la tierra esperando que den mucho fruto, al terminar todos en coro a voces le regalan un hermoso canto a la Virgen María y cuando terminan, se abrazan todos dándose la paz y se van a dormir.

Pues bien, como iba diciendo, Daiana al terminar sus oraciones, escribe algo en su cuadernito que, de tanto usarlo ya tiene hojas sueltas la cinta que lo rodea ya está arrugadita y la tapa un poco desteñida.
 “Hoy algunos de nosotros fuimos de paseo a la tierra y ¿saben? así como hay ángeles en el cielo, también hay ángeles en la tierra, los de la tierra son las mamás, ellas se desvelan por sus hijos, si están tristes los consuelan, si están asustados, los protegen, los acompañan, se alegran, y sonríen con ellos, capaces de dar la vida y olvidarse de ellas mismas. Son la gran obra de Papa Dios. Hoy estuve con una mamá que es muy especial para mí, ha robado mi corazón. Ella estaba un poco triste porque tiene una gran pena en su alma, pero para mí es muy especial así que la abrace con mis alas y en ese momento sonrió. Nunca dejare de abrazarla.”

Daiana cerro su cuadernito y se durmió.

Al otro día, se levantó tempranito y después de lavarse la carita se fue a investigar una nube nueva que descubrió el día anterior.

Como todas las semanas, papa Dios le pidió a todos sus ángeles, grandes y pequeños que se presentaran en el salón de reuniones número cuatro, que está en la nube detrás del arroyo, para encomendarles su misión. Nicolas, el ángel encargado de las reuniones, se paró en la puerta a pasar lista. Faltando, solo cinco minutos para que diera comienzo la asamblea le faltaba un Angelito,

“¿Dónde se habrá metido esta vez?” se preguntó rascándose la barbilla y mirando su reloj por tercera vez.

Levanto la mirada y a lo lejos vio a Daiana saltando de nube en nube batiendo sus alitas.

“Lo siento Nico” dijo Diana con esa enorme sonrisa que la caracteriza, “no me di cuenta de la hora”

“No te preocupes peque” le dijo Nicolas guiñándole el ojo, “pasa rápido que ya está por empezar “.

Daiana rápidamente buscó su lugar y se sentó con un gran suspiro de satisfacción. Inmediatamente entró Papa Dios con su rostro iluminado, sonriente, lleno de dulzura dándoles la bienvenida:

“Buenos días mis angelitos,”

“Buenos días” - contestaron todos a coro.

“Cuando llegué, me llamo mucho la atención el jardín, los colores de las flores van perfectos con cada diseño, la música es muy dulce y la manera que han decorado este lugar es muy acogedor.
¡Quiero felicitarlos una vez más por poner sus talentos al servicio de todos y mantener el cielo tan hermoso! “

Papa Dios continuó “Hoy, es ese día especial de la semana que dedico para darles una misión a cada uno. Algunos de ustedes realizaran su misión acá en el Cielo y a otros le tocara realizarla en la tierra.”

Se escucho un murmullo de alegría entre los ángeles y se miraban unos a otros preguntándose donde le tocaría a cada uno. El corazoncito a Daiana se le quería salir del pecho del entusiasmo y suspenso.
 “Mis queridos angelitos,” continuó Papa Dios, “voy a ir llamando a uno por uno y podremos hablar un poquito personalmente y al finalizar la conversación le doy su misión.”

Y así comenzó Papa Dios a llamar: “Amy… Alejandro…. Britney… “
Los angelitos al terminar de hablar con Papa Dios salían unos saltando, otros aplaudiendo, otros haciendo piruetas, en fin, todos felices con su misión

“Bernardo…. David…. Daiana…Daiana…DAIANA!!!! “

Daiana estaba tan absorta en su pensamiento imaginando las miles de misiones que le gustaría que Papa Dios le encomendara, que no escuchó cuando fue llamada, hasta que su compañero le tiro del ala. De un salto y unas aleteadas estuvo paradita delante de Dios.

Papa Dios la miro con ternura y le señalo la tierra y particularmente una ciudad muy movida, con muchísima gente caminando apurada y no se veían muchas sonrisas. Daiana entusiasmada le dijo

“¿quieres que vaya y la pinte de colores?”

“No mi peque “le contesto Papa Dios

Daiana frunció la nariz y el corazón le latía rápido preguntándose “¿será que …? No, no puede ser ¿y si sí? ¡dale, Papa Dios dime que no aguanto el suspenso!”

Papa Dios viendo la impaciencia de Daiana le susurro en secreto…y por un tiempito le estuvo hablando al oído muy bajito encomendándole su misión.

Mientras Papa Dios le iba hablando, el corazoncito de la peque latía tan rápido que pensaba se le iba a escapar de su cuerpito celestial. Sus ojitos brillaban y su cara se iluminaba como una estrella de la emoción. Hay que escuchar y prestar mucha atención para descubrir lo que Dios quiere de nosotros ya que su plan es siempre un misterio.   

Daiana estaba tan feliz con su misión que comenzó a saltar y agitar sus alitas y no paraba de decir
“gracias, gracias, gracias, te quiero mucho” abrazando a Papa Dios una y otra vez.

Papa Dios le devolvió el abrazo diciéndole

“yo también te quiero mucho mi peque,” dándole un beso en la frente.  

Daiana se fue corriendo para prepararse para su misión.

Cuando el primer rayito de sol acaricio su carita abrió los ojitos, sacudió sus alitas y sin perder tiempo, voló a la tierra. Era un caluroso y húmedo día de verano, los parques estaban llenos de niños. Unos jugando en las fuentes de agua, otros andando en bicicleta, patinando o en skates. Sentadas en los bancos cerca del arenero, estaban las mamas enfrascadas en conversaciones sobre sus hijos o pasándose recetas de galletitas y bizcochuelos unas a otra. Cerca de la canchita había algunos papas con sus hijos, unos jugando al futbol y otros remontando barriletes. En la esquina de la plaza en frente de la heladería había abuelitos comiendo helado y no faltaban los perros ladrando y correteando a las palomas felices de estar afuera al aire libre.

A Daiana le causaba mucha gracia cuando los perritos la veían y se le acercaban queriendo jugar, y sus amos, como no la podían ver, los miraban extrañados sin entender lo que pasaba. También los bebes desde sus cochecitos le sonreían y las mamás que tampoco la podían ver se preguntaban por qué reían. 

Lo primero que hizo Daiana cuando llegó fue ir a visitar a la mamá que le había robado su corazón. Que hermosa es, tiene su pelo largo con rizos que bailan orgullosos de un lado para el otro, sus ojos cambian de color como las hojas de los árboles en el otoño, y cuando te acercas a ella huele a galletitas de vainilla. Daiana la abrazo, con sus alitas y la mamá se sonrió como si la sintiera. Cantando una canción, abrió la alacena y saco los ingredientes para hacer un rico bizcochuelo de dulce de leche.

Nuestro pequeño angelito se hubiera quedado ahí toda la tarde, pero tenía que cumplir su misión que era muy importante. Cuando se estaba por ir, el perro y los dos gatitos de la casa se le acercaron y le jugaban ¡también la podían ver!, ella los acaricio y se fue.
Al día siguiente Daiana volvió a la tierra y salió a caminar dirigiéndose a la plaza del barrio. Cuando llegó vio a un grupo de jóvenes, reunidos. Entre ellos estaba Marcos, un joven muy misterioso, callado. Siempre llega tarde y se va antes que todos los demás sin decir a donde va o porque se va. Su mirada es triste, lejana y misteriosa. Vestía un vaquero azul gastado por el uso, una remera verde con rayas blancas y una gorra negra con visera amarilla que cubría un pelo largo y descuidado. En su bolsillo trasero llevaba una cajita de madera larga de color rojo desteñido y las veces que le preguntaron que llevaba adentro cambiaba la conversación.  

Daiana se acercó a aquel grupo preguntándose si la podrían ver y como entablar conversación. Una de las chicas, morochita de mediana estatura, carita redonda y nariz respingada, luciendo una trenza tejida, una remera rosa fucsia y zapatillas haciendo juego, la miro y sonrió.

Daiana, se alegró de que para su misión la gente la podía ver, pero no sus alas y tomando la iniciativa, le dijo:

“Hola, me llamo Daiana, soy nueva en el barrio y estoy buscando una librería para comprar útiles para el cole, ¿me puedes decir dónde hay una?”

“Yo me llamo Ashley” le dijo la chica dándole la dirección y le pregunto:

“¿de dónde vienes?”

Daiana se vio en un predicamento porque no podía mentir y tampoco le podía decir que es un ángel.

“Bueno…yo…este…. en realidad…”

Y en ese momento por esas cosas de Papa Dios, que está pendiente de su pequeñita, se levantó un vientito un poco fuerte capaz de volarle las gorras a los chicos y despeinar a las chicas, suficiente para que la pregunta hecha cayera en el olvido.
Inmediatamente Marcos, el chico misterioso, saludó al grupo y se fue sin dar explicación. Daiana muy atenta a su misión pregunto:

“¿a dónde se fue?”

“¿quién, Marcos?” le pregunto Ashley

“Si” contesto Daiana, lo vi triste.

“no sabemos, siempre se va así.”

 Daiana le pregunto con mucha dulzura:
“¿nunca le han preguntado qué le pasa o a dónde va?”

“no, contesto Ashley” y se quedó pensativa, y agarrando a otra chica del brazo salió corriendo.
Daiana sonrió porque su plan estaba funcionando.

El lunes Daiana volvió a la tierra, esta vez fue a la escuela. Cuando Ashley la vio se le acercó y le comento:

“el sábado seguimos a Marcos y lo vimos entrar al comedor de la Iglesia, no dejamos que nos viera, pero nos sentimos mal y no sabemos qué hacer.

“Los comedores siempre necesitan ayuda, le dijo Daiana. Tengo una idea ¿porque no van y hablan con la cocinera, Doña María y se ofrecen para ayudar los sábados.? Luego le cuentan a Marcos lo que van a hacer para ver que dice, a lo mejor lo pueden ayudar de alguna manera.”

Después de obtener el permiso de los padres, las chicas hablaron con Doña María y más tarde se encontraron con Marcos y le dijeron:   

“¿Sabes?, a partir de esta semana vamos a ir los sábados a ayudar en el comedor de la Iglesia. ¿nos acompañas?”

Marcos, bajo la mirada y no contesto. Luisa la amiga de Ashley le dijo:

“Marcos, sabemos que comes ahí, y no te tiene que avergonzar porque todos en algún momento tenemos problemas. Mi familia tuvo que recibir la bolsa de comida de la Iglesia por seis meses cuando mi papa se quedó sin trabajo.”

“Mi papa se quedó sin trabajo hace dos meses” dijo Marcos preocupado, pero a su vez aliviado porque ya no tenía que guardar el secreto.

Daiana vio una botella vacía en el piso y como quien no quiere la cosa la pateo y fue a parar a los pies de Ashley. En ese instante Ashley se acordó que su tío es capataz en una fábrica embotelladora y dijo:
“Le puedo preguntar a mi tío si puede ayudar a tu papá, y mientras tanto nos puedes acompañar los sábados a ayudar en el comedor.” 

Al día siguiente Ashley llego a la escuela corriendo, buscando a Marcos por todos lados agitando un papel blanco. Cuando por fin lo encontró, le entregó el papel con la dirección y el teléfono de la fábrica del tío para que su papá fuera a una entrevista.

Marcos, dándole las gracias tomo el papelito y cuidadosamente lo puso en su bolsillo. Luego se sentó en un banco, saco la cajita roja, la abrió con esa mirada que lo transportaba a otro mundo, pero esta vez con una sonrisa en los labios.

Dos días más tarde su papa empezó a trabajar en la fábrica embotelladora. Marcos y su familia en agradecimiento se unieron a Ashley y sus amigas los sábados en el comedor. ¡Doña María estaba feliz!!

Daiana se sintió orgullosa de sí misma, había conseguido que los chicos de la plaza se unieran para ayudar a Marcos y a su familia y también a Doña María en el comedor. Su misión esta cumplida, solo le queda una pregunta:

“¿Que tendrá Marcos en la cajita roja?” Pero esa será otra misión.
  
   

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